El crecimiento personal está en boga en los tiempos que vivimos. En una sociedad tan estresante como la actual, en la que cogemos una gran cantidad de responsabilidades, necesitamos un espacio para encontrarnos a nosotros mismos y ser felices, sin renunciar a nuestra esencia.
El crecimiento personal es un conjunto de acciones y de investigación introspectiva que nos da conciencia de quiénes somos y de nuestras potencialidades, y que nos ayudan a superar los retos que nos impone la vida.
En los últimos años, se ha hecho populares ciertas disciplinas como el yoga y el mindfulness. La terapeuta y coach Laura Gaya dice que muchas de estas áreas están interrelacionadas. Unas actúan sobre las otras y entre ellas conforman un todo que nos permite evolucionar como personas.
Según esta coach hay cuatro pilares que nos encaminan hacia un sendero de desarrollo personal: el coaching, el feng shui, la música y el yoga. Más que una suma de acciones, es un planteamiento de vida.
Coaching.
El término “coach” en inglés significa entrenador. En el desarrollo personal, el coach, más que un instructor, es un acompañante. Un orientador que está a nuestro lado en un proceso de conocimiento interno.
En el mundo actual estamos presos, en cierta medida, de aquello que los demás esperan de nosotros. O de aquello en lo que nosotros aspiramos a convertirnos. Con el tiempo tendemos a olvidarnos de quienes somos, de que es aquello que nos hace sentirnos bien o de que es lo que nos inspira. Lo hacemos en ocasiones, sin llegar a descubrirnos del todo.
En el caso de las mujeres es algo evidente. La sociedad espera que cada mujer sea una buena profesional, mejor que los hombres para ser tenida en cuenta, una buena compañera, una estupenda madre y una magnífica amante. Una especie de superhombre, o supermujer, que se aleja cada vez más de lo que es una persona.
Los hombres no vivimos al margen de esta presión. Parece que para ser alguien en la vida necesitas ser un triunfador, que los demás te sigan, que tengas un reconocimiento social y, sobre todo, una nutrida cuenta bancaria. Pero, ¿es eso lo que te hace feliz?
Si no logras alcanzar ese estatus eres, parece un poco fuerte, un perdedor. Tanto tienes, tanto vales. Ante esto, aparentemente hay dos opciones, o plegarte a las exigencias y dejarte la piel en el camino, o rebelarte y convertirte en una especie de ser antisocial.
La realidad es mucho más compleja. El hombre es un ser social por naturaleza. No puede vivir al margen de la sociedad, pero si no se conoce personalmente y no potencia sus mejores capacidades, no puede aportar lo mejor de sí mismo a los demás. Con frecuencia esas potencialidades no son las que nos demandan, pero son en las facetas en las que más podemos contribuir.
Feng shui.
El feng shui es el entorno físico que favorece el desarrollo personal. La revista digital A.D. dice que el feng shui es una técnica de decoración y organización de los espacios que busca el equilibrio de la energía de la persona a través del entorno físico.
Tiene su origen en China hace 3.500 años, y en un principio lo que pretendía era estudiar la influencia de los astros, la naturaleza y el clima sobre las personas. Con él se obtuvieron una serie de conclusiones que servían de guía para fijar pautas en la decoración de interiores.
Se sabe que el entorno es decisivo para el estado mental, psicológico y espiritual de la persona. Si queremos sentirnos relajados necesitamos espacios amplios, ordenados y con mucha luz, por donde fluya la energía.
Por otro lado, si nos encontramos en un espacio abarrotado de objetos, pequeño y desordenado, nos encontramos más dispersos, y podemos llegar a agobiarnos. Este desorden nos induce a la inactividad, a la dejadez. Tanto en las tareas que tenemos que realizar como con respecto a nosotros mismos.
Son muchas las voces de decoradores e interioristas que recurren al feng shui hoy en día. Los hogares actuales están pensados para relajarnos después de la agotadora jornada diaria. Es nuestro santuario de reposo, el lugar en el que recargamos energías. Son sitios para sentirnos bien.
Actualmente, el feng shui se está empezando a utilizar en la organización de los espacios de trabajo. Se ha descubierto que con él los trabajadores son más productivos y se pueden concentrar mejor en sus tareas.
La música.
La música es un elemento importante en nuestras vidas. Nos hace conectar con nuestras emociones y expresar nuestros sentimientos. Dice la revista Mi bebé y yo, publicada por el periódico “El Mundo” que influye sobre nosotros incluso antes de nacer, cuando estamos en el útero materno.
Cuando una mujer embarazada escucha determinado tipo de música, tiende a relajarse. Esa relajación se traspasa a la placenta, lo que contribuye a que el feto esté más tranquilo y se pueda desarrollar mejor. La música estimula el sentido del oído y contribuye al desarrollo del cerebro del bebé.
Algunas madres cantan nanas a sus hijos cuando aún están en su vientre. Es un momento de estrecha conexión entre la madre y el feto. El bebé no nato percibe el cariño que le profesa la madre y con un cierto nivel de desarrollo, llega a escuchar su voz. Cuando el niño ya ha nacido y la madre le vuelve a cantar esas nanas, la música le retrotrae a la época en la que se encontraba en el útero, completamente protegido.
La música nos acompañará a lo largo de toda nuestra existencia, como si fuera la banda sonora de nuestra vida. Una música rítmica nos hace sentirnos más activos y ser más productivos. Una música suave nos ayuda a concentrarnos. La música puede influir en cambiar nuestro estado de ánimo, despejando de nuestra mente los pensamientos tristes, o puede hacer que conectemos con nuestros sentimientos.
Somos conscientes del efecto que produce la música sobre nosotros y cada vez se utiliza más con fines terapéuticos.
El yoga.
Identificamos el yoga con una serie de estiramientos y posturas que aumentan la flexibilidad del cuerpo. Sin embargo, el yoga es un ejercicio que conecta cuerpo y mente. En su práctica intervienen diferentes facetas como la meditación, el control de la respiración y determinados preceptos de conducta, los yamas y los niyamas. Unos referentes al respeto a la naturaleza y a los demás hombres; y otro que se refiere a cómo nos tratamos a nosotros mismos.
El yoga es un conjunto de prácticas con más de 5.000 años de antigüedad. La palabra “Yoga” en sánscrito, lengua que se hablaba en el India en la antigüedad, significa “unión”. Persigue la conexión del hombre con el cosmos, y al mismo tiempo, consigo mismo, con su esencia.
Los yoguis de la India entienden el yoga como un camino de liberación personal, que a través de una práctica continuada consiguen que el individuo se libere de los lastres terrenales y alcancen el equilibrio. Sintiéndose más pleno, más consciente y más libre.
El yoga tiene una gran cantidad de beneficios para quien lo practica. Reduce el estrés, aumenta la concentración, combate el insomnio, mejora la digestión, la coordinación del cuerpo, incrementa la flexibilidad, reduce la presión arterial y la frecuencia cardiaca y aumenta la autoestima y la autoconfianza.
El yoga es un estilo de vida, pero lo bueno que tiene es que lo podemos integrar sin problemas en el día a día. Lo aconsejable es practicarlo dos o tres veces por semana y a ser posible en grupo, aunque también se puede hacer en casa, individualmente, una vez se dominen las posturas.
La integración de todas ellas.
Tomada la decisión de emprender un camino de crecimiento personal, de conocernos interiormente y de fomentar nuestras potencialidades para vivir más en sintonía con nosotros mismos, se trata de crear el ambiente favorable para que eso sea posible.
El coach será el mentor que nos irá orientando y nos acompañará en todo ese proceso. El feng shui nos ayudará a crear un escenario físico por donde fluya la energía. La música nos permitirá relajarnos y bajar el nivel energético con el que nos desenvolvemos. Y con el yoga practicaremos una serie de ejercicios que nos ayudarán a ir evolucionando personalmente.
Podemos pensar que con inscribirnos en una actividad y acudir a un par de sesiones individuales podremos afrontar los problemas que nos preocupan; pero no es así. Se trata de un cambio consciente. Como tal cambio requiere introducir modificaciones en diferentes aspectos de nuestra vida.
No tenemos que abandonar nuestro trabajo, nuestra familia, nuestros amigos, nuestras aficiones. Se trata de planteárnoslas desde otro enfoque. Un planteamiento que nos permita desarrollarnos y entregarles a los demás lo mejor de nosotros mismos.
Una existencia en la que no sigamos la batuta que nos marcan desde fuera, sino que nosotros seamos nosotros los que marcamos la pauta. Siendo los directores y los intérpretes de nuestra propia melodía.
Para alcanzar una vida más plena y satisfactoria es necesario adoptar otro punto de vista y materializarlo en diferentes facetas de nuestra existencia habitual.