Estrés y educación: una dupla a la que prestar atención

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Un error que se suele cometer mucho es minimizar la ansiedad y estrés que producen las evaluaciones en los estudiantes, porque el adulto lo puede ver como algo que “no es para tanto” o una “tontería”. El asunto es que desde la perspectiva de un joven estudiante, las evaluaciones y lo que ocurre dentro de las aulas, tanto a nivel académico, como a nivel personal, significan el mundo entero.

Es por ello que como adultos responsables de niños y jóvenes estudiantes, debemos estar muy atentos a cómo se desenvuelve el menor en relación a sus estudios, pero también si hay problemas que se deberían atacar antes de que se conviertan en males mayores.

Los adultos solemos olvidar cómo se viven los años escolares y cuán intensos son todos los sentimientos que se viven a esa edad. Y solemos restarle importancia a esa angustia que presentan los estudiantes cuando llegan los exámenes o cuando hay situaciones ocurriendo en el aula, de las que por lo general, no quieren hablar.

Si nos enfocamos en lo que a nivel de investigación médica se refiere, el estrés surge como una respuesta evolutiva que estaba orientada a mantenernos vivos y a salvo de las amenazas físicas a las que nuestros antepasados se tenían que enfrentar a diario en la lucha por su supervivencia. Sin embargo, actualmente la mayoría de dichas situaciones son ajenas a nuestro diario vivir, el estrés es sentido hoy en día como respuesta a la presión del trabajo, problemas en una relación, problemas de dinero entre otras posibles causas en el caso de los adultos.

Esto quiere decir que el estrés es una respuesta de un solo tipo para todas aquellas cosas que puedan ponernos en peligro, no es una respuesta que se pueda adjudicar a ciertas circunstancias específicas. Debido a todos los procesos fisiológicos que conlleva, el estrés prolongado puede tener efectos devastadores en la mente y el cuerpo. Existen diferentes tipos de estrés, todos los cuales conllevan riesgos para la salud física y mental, estos son:

  • Estrés de rutina relacionado con las presiones del trabajo, la escuela, la familia y otras responsabilidades diarias, en los niños y adolescentes también puede estar relacionado con interacciones con sus pares en la escuela, por la pertenencia a un grupo, amigos, etc.
  • Estrés provocado por un cambio repentino negativo, como perder un trabajo, divorcio o enfermedad.
  • Estrés traumático experimentado en un evento como un accidente grave, guerra, asalto o un desastre natural en el que las personas pueden estar en peligro de sufrir lesiones graves o morir. Las personas que experimentan estrés traumático a menudo experimentan síntomas temporales de enfermedad mental, pero la mayoría se recuperan naturalmente poco después.

Ahora que ya hemos discutido sobre los tipos de estrés que afectan a los seres humanos, conviene conocer cuándo, cómo y dónde se producen los acontecimientos estresantes en los niños y adolescentes. Ya que según el rango de edades, puede presentarse por diferentes razones. Por lo general el estrés que se presenta cuando son más pequeños está relacionado con la situación en la familia o con la propia escuela. En cambio, durante la adolescencia y la preadolescencia existe una mayor predisposición debido al cambio en las relaciones personales.

Partiendo de allí, podemos identificar ciertas causas que pueden desencadenar estrés en los niños y adolescentes en los siguientes espacios:

  • Familia: Dentro del seno familiar, el estrés se puede presentar por situaciones como el nacimiento de un hermano, divorcio de los padres, fallecimiento de abuelos o de familiares queridos, cambios de domicilio o dificultades en la situación laboral de los padres.
  • Escuela: Según los especialistas de Academia Elipa, en las instituciones educativas el estrés puede provocarse por la no aceptación de los iguales, acoso o molestias de otros, cambiarse de colegio, exceso de demandas escolares, malas notas o conflictos con los profesores.
  • Salud: El dolor y la enfermedad constituyen una de las principales fuentes de estrés para los niños. La hospitalización por enfermedad crónica es considerada como el factor de estrés más relevante en la población infantil.

Estrés y educación

Entendiendo que el estrés dentro de los espacios escolares se debe a múltiples motivos, es fundamental entender varias cosas desde el punto del adulto:

  1. Los niños, niñas y adolescentes no tienen las mismas herramientas ni emocionales ni psicológicas que tienen los adultos para afrontar situaciones de estrés; por ello es tan importante que siempre estemos atentos a los cambios que se pueden observar. En este punto es prioritario que no minimicemos el problema o los sentimientos de los menores ante un problema que a los ojos de un adulto no lo es. Porque lo que para nosotros es insignificante, para ellos en su rango de edad y el desarrollo de su personalidad, es lo más importante.
  2. No se puede delegar la responsabilidad absoluta de resolución de problemas dentro de la escuela a las autoridades de la misma. Si se observa que hay cambios a nivel personal en el estudiante, así como también en sus calificaciones, los padres y representantes están en la obligación de comprometerse en la búsqueda de soluciones al problema. Es importante que se involucren en la situación de forma activa y que trabajen en equipo con la escuela, y que si no se encuentran soluciones a la problemática, se recurra a las instancias superiores correspondientes.

Ahora bien, es importante saber cuales son los síntomas que puede presentar una niña, niño o adolescente que se encuentra en una situación de estrés dentro del ámbito escolar y las maneras en las que se manifiesta

  1. El estrés tiene una serie de síntomas físicos que son importantes mencionar pues pueden pasar desapercibidos, estos son:
  • Resfríos frecuentes
  • Dificultades para dormir
  • Somnolencia, mayor necesidad de dormir
  • Dolor de estómago y/o colon irritable
  • Bruxismo
  • Dolor de espalda
  • Cansancio y fatiga
  • Dolores de cabeza o jaquecas
  • Taquicardia o palpitaciones fuertes
  • Aumento o disminución del apetito

2. Desde el punto de vista conductual, hay muchos cambios que se presentan que son fácilmente observables por los adultos tanto en la institución educativo como para padres y representantes:

  • Frecuente tendencia a discutir con los demás
  • Uso de fármacos para dormir
  • Dificultad para sentarse a estudiar
  • Aumento del consumo de café y/o tabaco
  • Necesidad de estar solo, aislarse
  • Uso de fármacos para estar despierto
  • Preferir otras actividades por sobre el estudio
  • Dejar de asistir a clases
  • Frecuente participación en carretes poco saludables
  • Tendencia a dejar de hacer, por desgano o apatía, lo que se acostumbra normalmente

3. Otro punto importante a destacar es cómo afecta el estrés en relación a el aspecto emocional y psicológico, algunas señales de alarma son:

  • Inquietud e hiperactividad
  • Dificultades para pensar
  • Problemas de memoria, olvidos frecuentes
  • Tristeza y/o desgano
  • Temor a no poder cumplir con las obligaciones
  • Baja motivación para actividades académicas
  • Angustia y/o ganas de llorar frecuente
  • Ansiedad constante
  • Dificultades para concentrarse
  • Irritabilidad frecuente

Pensando en ello, y entendiendo que como adultos tenemos una responsabilidad            que asumir en relación a evitar que las niñas, niños y adolescentes tengan que vivir constantemente estresados o bajo mucha presión, por eso hemos recopilado algunas orientaciones que pueden ayudar a disminuir los niveles de estrés:

  1. No sobrecargar sus horarios con demasiadas actividades: Los adultos solemos desear que los menores tengan muchas actividades durante la semana para que puedan tener más opciones a largo plazo. El problema es que demasiadas actividades genera estrés porque se le exige que rinda a cabalidad en todas. Por ello debemos ayudarlo a eliminar actividades, con las que no se sienta cómodo y permitiéndole elegir las que más les gusten y con las que tengan más afinidad.
  2. No exigirles perfección: Un error que suele cometerse es pensar que todo tienen que hacerlo perfecto y que no se pueden equivocar, ni pedir ayuda. La perfección no existe y por ello es importante hacerles saber que si necesitan ayuda con algo, pueden buscar ayuda juntos.
  3. Prestar atención a las horas que duermen: Cuando se duerme la cantidad de tiempo necesario, el cuerpo y la mente se mantienen en buen estado, permitiendo manejar cualquier situación negativa que cause estrés.
  4. Ayudarles a cuidar su cuerpo: Realizar ejercicio con regularidad ayuda a manejar el estrés, motivar a practicar algún deporte o a realizar juntos ejercicios en casa. Asimismo, asegúrate de que su alimentación es la adecuada y habla con ellos sobre los efectos negativos de consumir sustancias nocivas para la salud.
  5. Abrir canales de comunicación con las autoridades escolares: Muchas veces y como hemos mencionado antes en la escuela pasan cosas que los estudiantes no comunican a tiempo. Mantener una constante comunicación con los docentes puede ayudar a conocer cuál es la situación dentro del aula y así poder evitar situaciones que se salgan de control.

 

Es evidente que un poco de tensión y nervios son normales cuando se trata de evaluaciones como exposiciones o exámenes finales. Pero si el estrés escolar está afectando negativamente el desenvolvimiento normal del menor, es un problema que debemos atacar de raíz. Pues aunque para los adultos pueden ser cosas sin importancia, una niña, niño o adolescente sometido a altos niveles de estrés, luego se convierten en adultos más propensos a sufrir de ansiedad y pánico.

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