Por qué el golf está considerado un deporte relajante.

Imagínate: estás en un campo de golf, rodeado de césped verde, árboles, tal vez un lago o arroyo cerca, escuchando el canto de los pájaros, sintiendo el aire limpio, respirando profundo… Haces tu swing, golpeas la pelota, esperas que la trayectoria sea perfecta, caminas hacia el siguiente hoyo, charlas con tus compañeros, vuelves a respirar… En resumidas cuentas: sientes paz.

Esa imagen es la que muchos tienen del golf, y no es casualidad. Hay muchas razones por las que este deporte se ha ganado la fama de ser de los más relajantes que existen, incluso más allá de la actividad física. Vamos a verlas, explicarlas, y entender por qué muchos que lo practican lo aman.

Naturaleza + entorno = desconectar.

Una de las principales razones por las que el golf nos relaja tanto es por el entorno natural en el que se practica. No es lo mismo hacer deporte en un gimnasio rodeado de máquinas, luces fuertes, música alta y gente pasando de un lado para otro, que caminar por un césped, con árboles, aire fresco, agua, quizá colinas suaves, pájaros, el sonido del viento, de las hojas… Ese contraste ya empieza a generar un efecto tranquilizador.

La psicología ambiental destaca que estar en espacios verdes tiene múltiples efectos positivos: baja la tensión arterial, reduce los niveles de estrés, mejora el ánimo, etc. Además, parte del encanto del golf está en que puedes estar desconectando mentalmente mientras caminas, observas el paisaje, percibes la luz del sol filtrándose entre las hojas, ves flores, y quizá algún animal…

Esa desconexión (dejando atrás las preocupaciones del trabajo, de los problemas del día) se facilita muchísimo en espacios abiertos y naturales. De hecho, según los expertos de Mary Golf Homes, estar en contacto con dicho entorno natural al hacer deporte proporciona una sensación de paz y tranquilidad que solo se puede encontrar al practicar golf. Esa afirmación resume muy bien lo que muchos sienten al estar allí, simplemente respirando, observando, caminando sin prisa.

Movimiento tranquilo + ejercicio suave.

Golf no es correr como loco tras un balón, ni es deporte de impacto constante. Aunque una ronda de golf requiere esfuerzo: caminar muchos hoyos, llevar o arrastrar bolsas, ajustar posturas, hacer swings repetidos, etc., todo esto se hace a un ritmo relajado. No se trata de máxima intensidad física (al menos en la mayoría de los casos), sino de un ejercicio moderado, continuo, que mezcla actividad con pausas naturales entre golpe y golpe.

Ese ritmo más pausado permite que el cuerpo reciba beneficios físicos sin generar un estrés excesivo: mejora de la circulación, fortalecimiento muscular moderado, caminar, estiramientos, coordinación, equilibrio. Pero también permite al cerebro relajarse entre los golpes, observar, respirar, pensar en otra cosa que no sea “qué lío tengo en el trabajo”, porque el foco está en el golpe.

No hay prisas, generalmente, y esa lentitud consciente hace que el cuerpo baje pulsaciones, que los pensamientos se calmen y que uno esté más presente.

Enfoque mental y mindfulness natural.

Otro motivo potente tiene que ver con la mente, con cómo golf obliga a estar en el presente. Cada golpe demanda concentración: elegir palo, calcular la distancia, tener en cuenta el viento, la pendiente, la dirección, la calidad del césped, la ubicación del hoyo. Esa atención al instante hace que la cabeza se concentre en el ahora, dejando de lado (aunque sea temporalmente) preocupaciones pasadas o futuras.

Este tipo de atención tiene similitudes con el concepto de mindfulness: estar consciente momento a momento, sin juzgar, sin apresurar. En golf, cada hoyo ofrece una mini oportunidad de reseteo mental: un golpe tras otro, uno puede centrarse sólo en el swing, en el sonido del palo al contactar, en la pelota volando, en su aterrizaje, etc.

Sin ir más lejos, las investigaciones sobre los beneficios del golf avalan que este enfoque mental reduce ansiedad, mejora la capacidad para manejar emociones (frustración de un golpe malo, por ejemplo), y ayuda a mantener la mente más clara después de jugar.

Respirar, naturaleza, estímulos suaves.

Otra cosa que hace del golf una experiencia relajante es que los estímulos son suaves y agradables: no hay choques, ruidos estridentes, o presión constante. Hay sonidos propios de la naturaleza: viento, pájaros, hojas, quizá agua corriendo, en algunos campos hasta pequeños arroyos o fuentes. Huele a césped, a tierra mojada si ha llovido, al aire limpio.

El sentido de vista recibe estímulos agradables: verdes, azules, espacios abiertos, horizontes; eso relaja mucho más que espacios cerrados, con luces artificiales y colores muy agresivos. Hay algo en la mezcla de colores naturales, luz natural, variaciones suaves de relieve, que tienen un efecto calmante.

Incluso olfato y tacto pueden contribuir: el olor de la naturaleza, la sensación de la brisa, tocar las palas, la textura de los guantes, el pasto bajo los pies si caminas descalzo en la distancia entre hoyos, etc.

Todo ello crea un ambiente multisensorial, de esos que nutren y reconfortan.

Socialización pausada.

El golf no es un deporte individual rígido, por eso, muchas veces se juega acompañado.

Aunque hay competición, también hay muchas rondas amistosas, charlas mientras caminas, risas entre hoyos, pausas para comentar el golpe mal dado, para observar el paisaje, para tomarse un respiro, etc. Y esa socialización sin presión ayuda muchísimo al bienestar.

En contraste con deportes más intensos, donde todo va rápido, hablas poco, y el esfuerzo físico ocupa la mayoría de la atención, el golf se centra en combinar actividad + conversación + contemplación, lo cual hace que muchos lo vean como un deporte social además de relajante.

Además, estar con otras personas fuera de la rutina cotidiana, compartir algo que no sea trabajo o responsabilidades, también ayuda a reducir estrés.

Poder lograr sin prisas.

Aunque el golf no es un deporte de velocidad ni de “hacer lo más pronto posible”, sí tiene logros: metes un putt, haces un buen drive, mejoras un hoyo, reduces golpes, etc. Esos pequeños éxitos personales tienen un sabor especial porque no están urgidos por un cronómetro, no dependen de ganar o perder al minuto: muchas veces depende sólo de ti, de la paciencia, de practicar, de mejorar gradualmente.

Todo esto hace que cada vez que juegas sientas que estás progresando, que tu técnica mejora, o simplemente que eres capaz de concentrarte mejor. Esa sensación de avance personal, sumada a la calma del entorno, produce bienestar.

Además, los golpes fallidos no llevan la misma frustración que en deportes competitivos intensos; lo habitual es aceptarlos como parte del juego, como un reto personal, ya que favorece la resiliencia mental.

EL golf enseña que no todos los días van a salir perfecto, y que está bien; eso también relaja bastante.

¿Quién se beneficia más y cuándo?

No todo el mundo recibe los mismos efectos, pero hay personas para las que el golf resulta especialmente relajante:

  • Personas con vida muy estresante o trabajos muy exigentes. El contraste con la rutina diaria es mayor.
  • Quienes disfrutan de la naturaleza, de la tranquilidad, de la contemplación visual y los sonidos naturales.
  • Gente que busca ejercicio moderado y no enfrentamientos violentos, ni intensidades extremas.
  • Personas mayores, o quienes prefieren deportes con menor impacto físico, pero con componente mental/social.

También depende de cuándo y cómo juegues: si vas solo a caminar una parte del campo, sin preocupaciones por la puntuación, sin presiones externas, será mucho más relajante que si estás en competición, con público, intentando batir récords, etc.

Posibles “peros” (porque no todo es perfecto).

Para que golf sea relajante también es necesario que ciertas condiciones se den:

  • Que el campo esté bien mantenido; si está descuidado, con mucho ruido externo, tráfico cercano, contaminación, se pierde parte del efecto natural.
  • Que no haya prisa: si vas con urgencia, con atmósfera de competición, con ambiente tenso, deja de ser tan relajante.
  • Que no haga demasiado calor, no haya molestias físicas (mosquitos, viento fuerte, lluvia inoportuna), etc.
  • Si eres principiante absoluto, los primeros golpes frustrados pueden generar tensión hacia esta serenidad aparente; pero con el tiempo mejora la tolerancia a fallos y se disfruta más.

Golf y relax: consejos prácticos para que lo vivas al máximo.

Para aprovechar todas esas facetas relajantes, conviene adoptar ciertos hábitos:

  1. Jugar sin prisas: no te obsesiones con el resultado. Mejor disfruta el recorrido.
  2. Elegir bien el horario: temprano por la mañana o al atardecer suelen ser momentos más tranquilos, con luz suave, menos gente, clima más agradable.
  3. Caminar el campo si puedes en lugar de ir en carrito motorizado; caminar añade contacto con el suelo, aire, movimiento suave.
  4. Observar el entorno: los colores, los sonidos, la vegetación, el cielo… no solo vas a golpear, también a contemplar.
  5. Tomar pausas conscientes: no te olvides de respirar, relajarte, dejar los pensamientos estresantes fuera, y sobre todo, de centrarte en lo que estás haciendo ahora.
  6. Socializar pero sin presión: jugar con alguien con quien te sientas cómodo, conversar entre hoyos, reírte de los golpes malos. Eso siempre ayuda.

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