Las traducciones juradas son uno de los servicios más demandados en la actualidad. En un mercado tan globalizado como en el que vivimos, las empresas necesitan profesionales que traduzcan los documentos y les den veracidad. Como veremos a continuación, un traductor jurado no es un traductor normal. ¿Qué hace? ¿A qué se dedica? ¿Cómo se puede ejercer como tal? Estas son preguntas que intentaremos dar respuesta a continuación.
La era de internet ha derribado las barreras geográficas, a pesar de ello, sigue habiendo fronteras legales y culturales.
Ahora, gracias a internet, una empresa de Zaragoza puede prestar servicios en Arabia Saudí. Un usuario de Albacete, puede comprar directamente un producto fabricado en Corea y recibirlo tranquilamente en su casa, sin intermediarios. Son acciones que hasta hace bien poco nos parecían imposibles y que a día de hoy las podemos realizar con toda normalidad.
Las empresas y las personas podemos firmar contratos internacionales casi sin darnos cuenta. Pero cada país tiene su propio ordenamiento jurídico. Lo que nos puede parecer legal aquí, quizás no lo sea en el país donde reside la otra parte contratante, y viceversa.
También existe una diferencia cultural. Los términos no tienen los mismos significados en todos sitios. Lo que en España llamamos “coger” en Argentina tiene connotaciones distintas, y eso que estamos hablando el mismo idioma.
Por eso, cuando tenemos que traducir un documento importante, como puede ser un contrato o un certificado oficial, necesitamos la interpretación de un traductor jurado. Un profesional que da validez legal al documento traducido. Lo hace porque ha sido acreditado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación y por la Unión Europea para hacerlo. Él pone un sello a la traducción realizada y, a partir de ese momento, tiene validez legal para las partes.
Estas son las competencias de un traductor jurado.
Para indagar sobre este asunto hemos querido hablar con los traductores de Traduspanish, una agencia de traducción con más de 10 años de andadura y que ofrecen servicios de traducción jurada en 25 idiomas. Nos dicen que, por supuesto, las empresas solicitan traducciones juradas para firmar contratos comerciales con empresas de otros países, para contratar empresas de logística y transporte en el extranjero, para tramitar documentos legales… Pero también las requieren los particulares.
Por ejemplo, para solicitar la convalidación de un título de estudios obtenido en otro país, necesitas una traducción jurada. Ciertos trámites administrativos como la solicitud de nacionalidad y residencia, el matrimonio, el empadronamiento o la compra-venta y matriculación de un vehículo son procedimientos en los que suelen intervenir los traductores jurados. Bien porque la acción se realice en un país extranjero o porque uno de los sujetos sea un ciudadano foráneo.
Estos suelen ser algunos documentos que traducen:
- Apostillas.
- Documentos administrativos.
- Títulos legales.
- Documentos comerciales.
- Documentos para notarías.
Nunca, bajo ningún concepto, el traductor jurado podrá suprimir ni añadir texto al documento original. No podrá alterar su formato, ni el orden del texto recibido. No podrá compulsar ni legalizar los documentos traducidos, ya que esta función corresponde a los notarios y a los funcionarios respectivos, ni podrá realizar labores de asesoramiento jurídico y legal a sus clientes.
Su trabajo se limitará a traducir el documento. Eso sí, un trabajo que tiene una validez extra con respecto a la traducción que pudiera realizar otro traductor no acreditado. En muchos trámites legales y administrativos se exige la intervención expresa de un traductor jurado.
Digamos que un traductor jurado es una figura profesional que da fe pública de un idioma en un país.
¿Qué hay que hacer para ser traductor jurado?
Para obtener el título de traductor jurado es necesario aprobar un examen que convoca el Ministerio de Asuntos Exteriores.
La Universidad Internacional de la Rioja opina que el camino más acertado para convertirse en traductor jurado es cursar la diplomatura de Traducción e Interpretación. Aunque, como veremos más adelante, no es condición imprescindible. Lo bueno que tiene estudiar esta carrera es que te prepara específicamente para realizar el trabajo de traductor y te adiestra para superar el examen del ministerio.
Para presentarse al examen de traductor jurado simplemente has de ser mayor de edad, tener la nacionalidad española o de algún país miembro de la Unión Europea, del Espacio Económico Europeo o de Suiza y estar en posesión de algún título universitario. Bien sea una diplomatura o una licenciatura.
Por supuesto, aunque no lo establece explícitamente la ley, deberás tener conocimientos avanzados sobre la lengua de la que quieres ser traductor jurado. Esto es importante. El título de traductor jurado va ligado a un idioma concreto. Si apruebas los exámenes de inglés, podrás ser traductor jurado para documentos redactados en inglés, no para los escritos en italiano, aunque tengas conocimiento de esa lengua. Para actuar también como traductor jurado en italiano, deberás aprobar el examen correspondiente.
El examen oficial de traductor jurado consta de tres partes:
- Examen tipo test con 50 preguntas sobre gramática y vocabulario del idioma en el que deseas obtener el título. Esta prueba es eliminatoria. Si no se aprueba no se puede pasar a las siguientes.
- Un examen escrito que consta de tres ejercicios. La traducción al castellano de un texto de corte literario o periodístico. La traducción de un texto general y, por último, la traducción de un texto económico o comercial.
- Finalmente, se efectúa una prueba oral ante un jurado.
La importancia de un buen traductor.
En un artículo publicado en La Revista Electrónica de Estudios Filológicos, editada por la Universidad de Murcia, la filóloga Nuria Ponce Márquez afirma que un traductor es un eslabón invisible entre dos culturas.
Este es un detalle importante, Nuria afirma que el traductor es el nexo entre dos culturas, no entre dos lenguas. Con todo el desarrollo digital que hemos alcanzado en los últimos años, cualquier herramienta de traducción medianamente decente es capaz de traducirte en cuestión de minutos un texto a varios idiomas. El mismo Google tiene una aplicación gratuita, Google Translate, que traduce textos cortos en segundos. Las herramientas de Inteligencia Artificial realizan funciones de traducción. Pero ¿esta es la traducción que necesitas?
Traducir un documento de una manera profesional implica tener conocimientos sobre la cultura del país en el que fue redactado. El traductor o intérprete debe ser capaz contextualizar el texto. Existen multitud de expresiones que no se pueden traducir literalmente. El traductor debe tener la habilidad y la intuición suficiente como para poder transmitir el mensaje al lector sin alterar el texto original. Una capacidad humana que las máquinas no han logrado suplir.
Precisamente, la especialización es una de las vías de desarrollo de la traducción. Un traductor jurídico, especializado en traducir textos legales y contratos, debe tener ciertos conocimientos sobre el ordenamiento jurídico tanto español como del país al que va dirigido, de forma que el documento traducido se adapte a la legalidad.
Un traductor comercial, que se dedica a traducir informes económicos y acuerdos comerciales, debe conocer a un nivel el funcionamiento del mercado del país al que va dirigido el texto. No principalmente la actualidad económica concreta, sino más bien la forma de operar y hacer las cosas en esa parte del mundo. Un error en este aspecto puede malograr un acuerdo o inducir a tomar decisiones erróneas.
Nuevas profesiones para nuevos tiempos.
No podemos decir categóricamente que los traductores jurados sea una profesión nueva. El Doctor Josep Peñarroja, director de la Asociación Profesional Española de Traductores e Intérpretes (A.P.E.T.I.) ha rastreado el origen de esta profesión en 1843. En el momento en el que se hacen frecuentes las operaciones comerciales en el capitalismo se requiere de traductores que den validez a los documentos.
El empuje decisivo que ha dado internet a la globalización, ha hecho que esta profesión sea más demandada e importante. Endureciendo los criterios para obtener el título, como hemos podido ver en el examen que hace el Ministerio de Asuntos Exteriores. Unas pruebas que bien podrían parecer unas oposiciones, pero que en realidad lo que hacen es habilitar a un profesional para que pueda ejercer como traductor jurado.
Podríamos pensar que con el desarrollo de la Inteligencia Artificial, profesiones como la de traductor están avocadas a la extinción. Nada más lejos de la realidad. La globalización de la vida económica y social está haciendo que sean más necesarios todavía.
La Inteligencia Artificial es una herramienta valiosísima que va a acelerar los procesos y a cambiar la forma de trabajar. De hecho, han aparecido algunas profesiones nuevas que van ligadas al desarrollo de la I.A. Como los programadores, desarrolladores y entrenadores de I.A. Ingenieros informáticos que crean las herramientas de Inteligencia Artificial y las optimizan para poder sacarles el mayor provecho posible. O los analistas de Big Data, profesionales capaces de interpretar la información que les facilita esta tecnología informática que procesa millones de datos simultáneamente. Un perfil que las empresas demandan para establecer, entre otras cosas, estrategias comerciales exitosas.
Por eso, si una empresa, la administración o un particular necesitan una traducción que requiera validez legal, siempre recurrirán a un traductor jurado.